Cierto que soy poco de pizzas. A mi me parecen un pan, más bien malo al que se arrojan queso derretido y grandes cantidades de grasas polisaturadas, un entretenimiento banal que sólo ha triunfado gracias al poder de seducción de los italianos y a la puerilidad del mundo de hoy.
Aquí la masa es más gruesa de lo habitual y las grasas más sofisticadas, así que mejor que mejor. Además es un lugar de paso, francamente amable y con una deslumbrante decoración en la que el sol entra a raudales envolviéndolo todo y en espacio tan solar… quien se resiste a nada!
Los aperitivos son excelentes y la tarta de chocolate, la mejor de Madrid: intensa, densa, aromática, perfecta.
Todo eso está en Picsa, el hermano pequeño de Sudestada y Chifa. Tan luminoso que parece una pecerita seca, una cajita de luz y mármol.
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