Portugal no necesita nada y Lisboa menos. Es una bella ciudad abrazada por un río y que acaba en un océano. Tiene suaves colinas que semejan olas y edificios tan multicolores como un jardín del edén.
Portugal está bañada por el mar pero donde no llega, hay anchurosos ríos, sierras cuajadas de verde y campos llenos de “poeira luminosa”, un polvillo como de estrellas.
Ciudad y país son elegantes, sutiles y algo adormecidos en su pasado y en sus bellezas. Por eso no necesitan nada, aunque haya cosas que no le hagan mal.
Y eso es lo que hace el grupo Jncquoi, que juega a traer a este rincón occidental, retazos de exuberancia neoyorquina y vistoso refinamiento francés.
Pero no solo, porque en Frou Frou, hay también un Shanghái años veinte. Empresas así dan brillo a lo que no lo tiene o embellecen aún mas lo que ya es hermoso. Frou Frou es un restaurante cantante con grandes artistas. Y además, un buen restaurante chino.
Nos han invitado a conocerlo y nos hemos dejado llevar, empezando por una rica sopa de wontons de gamba en la que el contraste de esta con el caldo especiado de pollo y cerdo es estupendo.

El crujiente de cangrejo con caviar y salsa de chile es una mezcla que no puede fallar, como el dumpling frito de arroz glutinoso con char sui, gambas y una punzante mahonesa de wasabi.


No es el cabracho mi pescado favorito pero en realidad, es más acompañamiento de un espléndido arroz negro crujiente (con gambas, huevas de pez volador, churro chino para crujir y cerdo char siu); y no al revés, tan bueno es ese arroz.

El pato pequinés es perfecto de asado y cortado y el más exuberante que he visto porque a los habituales salsa hoisin, crepes, pepino y cebolleta china, añade panecillos bao, cogollos de lechuga y hasta unas tiras de melón. Por él solito, ya pueden ir.



En el grupo han inventado un famosísimo postre llamado baba, basado en el tradicional, siendo el más famoso la baba de dinosaurio de JNCQUOI Avenida. En cada restaurante hay una y aquí es la de tiburón que es de arroz con leche, galletas, piñones y dulce de huevos. Una espléndida versión, más espesa y sabrosa, del postre clásico.

Vinos magníficos de Filipe Wang y un estupendo servicio completan la faena. Mas que un restaurante.



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