Decir ParÃs lujoso es un pleonasmo, lo mismo que subir arriba o entrar dentro. ParÃs es asÃ, una ciudad cubierta de oro, coronada de jaspes, empedrada de mármoles, pura opulencia. Quizá no haya nada debajo de su belleza, probablemente sea la clásica bella sin alma, pero poco importa porque la belleza complace extraordinariamente y más si no es para toda la vida. Por eso, es perfecta para la velocidad del turista, en un mundo en el que nada hay más efÃmero que el viaje moderno: es martes, luego estamos en BerlÃn.
Cuando yo era joven, aún más pobre, pero igualmente admirador de la belleza, y estudiaba en Londres, me alimentaba de tés. Era mi único acceso al lujo. Un almuerzo sencillo -un hot dog en un reluciente carrito de Hyde Park, pongo por caso- y un suntuoso té en el Hyde Park Hotel (hoy Mandarin) o en el Savoy, incluso en el Ritz, venÃa a costar como dos comidas completas en un pub y el placer que provocaba era incomparable. Algo asà como noble por un dÃa.
Decir ParÃs lujoso es un pleonasmo, lo mismo que subir arriba o entrar dentro. ParÃs es asÃ, una ciudad cubierta de oro, coronada de jaspes, empedrada de mármoles, pura opulencia. Quizá no haya nada debajo de su belleza, probablemente sea la clásica bella sin alma, pero poco importa porque la belleza complace extraordinariamente y más si no es para toda la vida. Por eso, es perfecta para la velocidad del turista porque nada hay más efÃmero que el viaje moderno: es martes, luego estamos en BerlÃn.
Cuando yo era joven y aún más pobre pero igualmente admirador de la belleza y estudiaba en Londres, me alimentaba de tés. Era mi único acceso a lujo. Un almuerzo sencillo -un hot dog en un reluciente carrito de Hyde Park, pongo por caso- y un suntuoso té en el Hyde Park Hotel (hoy Mandarin) o en el Savoy, incluso en el Ritz, venÃa a costar como dos comidas completas en un pub y el placer que provocaba era incomparable. Algo asà como «noble por un dÃa».
Lo mismo vale para la otra ciudad del dispendio. Por eso, si estás en ParÃs y no quieres desayunar de cualquier manera (por ejemplo, en el caro y lujoso Westin ParÃs donde las servilletas son de papel, los platos sucios se acumulan en las mesas y el decorado es nocturnamente siniestro) no hay que devanarse los sesos. Vivir un auténtico lujo sin gastarse una fortuna es posible en los exquisitos y populares Angelina y Ladurée. Asà como en Londres recomendaba el té -que otra cosa mejor que un té ingles? Hay alguna otra cosa en la gastronomÃa inglesa que no sea roastbeef o te completo?- en ParÃs sugiero el desayuno y mejor temprano. La razón es que el resto del dÃa las colas son tan serpenteantes y vulgares como las del Louvre.
Ladurée parece un perfecto decorado parisino y la cursilerÃa de sus verdes no debe desanimarnos porque el interior es marrón y tan oscuro como una dÃa de galo invierno.
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Angelina esta bajo los arcos de la Rue Rivoli, a caballo entre jardines y Palacios, medio escondido por el tráfico y el trasiego de los visitantes que cámara en ristre asolan cuanto pisan.
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En ambos, los dulces son deliciosos y el chocolate a la taza excepcional.
Los escaparates no parecen reales sino,sacados de Hansel y Gretel o de Charlie y la fábrica de dhocolate o de acula quiero cuento infantil en el que la gula golosa tenga un papel primordial. Lo bueno es que aquà tos es real y que el croissant o la dame blanche están tan buenos como,parece. También los macarrons de Ladurée son los más famosos de ParÃs. No los mejores, pero la caja es tan conocida como la de Cartier y a veces soñar es más importante que comer…
Salón de Angelina
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Lo mismo vale para la!otra ciudad del dispendio. Por eso, si estás en ParÃs y no quieres desayunar de cualquier manera (por ejemplo, en el caro y lujoso Westin ParÃs donde las servilletas son de papel, los platos sucios se acumulan en las mesas y el decorado es nocturnamente siniestro) no hay que devanarse los sesos. Vivir un auténtico lujo sin gastarse una fortuna es posible en los exquisitos y populares Angelina y Ladurée. Asà como en Londres recomendaba el té -que otra cosa mejor que un té ingles? Hay alguna otra cosa en la gastronomÃa inglesa que no sea roastbeef o te completo?- en ParÃs sugiero el desayuno y mejor temprano. La razón es que el resto del dÃa las colas son tan serpenteantes y vulgares como las del Louvre.
Ladurée parece un perfecto decorado parisino y la cursilerÃa de sus verdes no debe desanimarnos porque el interior es marrón y tan oscuro como una dÃa de galo invierno.
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Angelina esta bajo los arcos de la Rue Rivoli, a caballo entre jardines y Palacios, medio escondido por el tráfico y el trasiego de los visitantes que cámara en ristre asolan cuanto pisan.
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En ambos, los dulces son deliciosos y el chocolate a la taza excepcional.
Los escaparates no parecen reales sino,sacados de Hansel y Gretel o de Charlie y la fábrica de dhocolate o de acula quiero cuento infantil en el que la gula golosa tenga un papel primordial. Lo bueno es que aquà tos es real y que el croissant o la dame blanche están tan buenos como,parece. También los macarrons de Ladurée son los más famosos de ParÃs. No los mejores, pero la caja es tan conocida como la de Cartier y a veces soñar es más importante que comer…
Salón de Angelina
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Jesús
Me encanta y sigo tu blog.
gracias por incluirme.
Rai
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