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Regina Lucia

La cocina siciliana es sumamente rica, variada y llena de influencias de otros lugares, lo que le da una personalidad única dentro de la italiana. Sin embargo, los restaurantes de la isla están muy por debajo de tanta riqueza. Debe ser un problema estructural de las islas del Mediterráneo, salvo Mallorca y poco más.

Con este panorama, hay que elegir también por motivos extra gastronómicos y según ellos, pocos lugares tan bellos como Regina Lucia en el atardecer de Siracusa. Situado en una recoleta esquina de la plaza de la catedral, tiene a esta como barroco frente, mientras que, por otro lado, se asoma a los jardines del palacio arzobispal, por cuyas balaustradas asoman los limoneros.

Recomiendo extasiarse con las bellezas de la mirada y la mente, porque las del paladar no llegan a tanta altura. El huevo (mollet) crujiente tiene una rica salsa de queso y una trufa que nada aporta en estos meses de calor.

El pastel de ricotta e hinojo silvestre es muy esponjoso y se anima con una pequeña cigala cruda y algo de caviar. No lo he probado, pero parecía mújol.

Menos mal que la pasta estaba deliciosa, en especial unos delicados ravioli rellenos de marisco con un leve caldo con aromas a pesto y a almendras.

Todos los postres parecen muy apetecibles, pero hay que probar el canolo, ese canutillo siciliano de crema de ricotta famoso en todo el mundo. También infalibles las manzanas del Etna con helado de masa quebrada.

Buenos vinos y servicio irregular (unos buenos y otros no tanto) completan un bello conjunto a la manera de la gran belleza cuando no va acompañada de inteligencia…

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