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Más bistrós y menos tascas III

Lamento no poder descubrir que El Triciclo es un gran y sencillo restaurante. Para muchos madrileños es un secreto a voces, pero yo no lo he podido comprobar hasta ahora y es que las reservas son harto complicadas; he ahí la prueba de que no descubro nada. Hace unos días sin embargo, después de extasiarme, en el Museo del Prado, ante las caras y los colores de Luis de Morales, “el Divino” y quedar horrorizado ante la torpeza de las manos o de las composiciones más complejas, el mismo cielo que tanto representa el pintor me deparó una mesa y fue, también, un grato descubrimiento. 

 De los aterciopelados verdes y los arrebatados carmesíes transité a las paredes de ladrillo visto decoradas con puertas descascarilladas, de la opulencia de los bonetes y los paisajes a mesas desnudas de madera basta y de la estudiada sofisticación de un cierto sfumatto a la realidad de un lugar bonito por esforzadamente sencillo y natural, un nuevo local que añadir a mi reivindicación de más bistrós y menos tascas.

 Ellos lo llaman casa de comidas contemporánea, pero no es verdad porque todo aquí es mucho más refinado y descuidadamente elegante que en aquellas y el conocimiento de los tres cocineros va mucho más allá de lo popular, no en vano han pasado por las mejores cocinas madrileñas, entre ellas las de Balzac, Senzone o DiverXo. Tascas son la Taberna Árzabal o Laredo, en las que la excelente cocina es mucho más popular y donde los frigoríficos se exhiben sin pudor, como toda la vida. Este restaurante está mucho más en la onda culta y viajera de LaKasa

 Hay una enorme variedad de platos agrupados en tres categorías (del mercado al Triciclo, un paseo en Triciclo, un viaje en Triciclo) y de todas probamos. Las raciones pueden ser completas, medias y, en gran alarde de flexibilidad, de un tercio. Se empieza con dos excelentes aperitivos de la casa: lactonesa (mayonesa con leche en vez de huevo) emulsionada con aceite, cilantro, cebollino, ajo, comino, cayena y limón suavemente picante y un excelente gazpacho verde, de deliciosos tomates verdes. 

   Las gambas con sisho y mango mezclan muchos sabores dulces y agripicantes en los que impera la hierbabuena y el vinagre de arroz, una enorme variedad de aromas y una crujiente textura, envuelta en la suavidad anisada de la hoja de sisho. 

 La sardina sobre pan sardo tiene un excelente toque ahumado que sobresale de un tomate casero ligeramente picante y un pesto que refresca el conjunto. 

 También es picante el tartar de atún que se aligera con alga codium y salicornia y se refresca con aguacate y pedazos de lima. El resultado es muy cítrico y prueba que los tres chefs son maestros en el uso de sabores y hierbas de toda clases, sean de mar o tierra, y que los productos utilizados se tratan con el respeto que merecen por que son todos sobresalientes. 

 Tanto que el lomo de vaca vieja es la mejor carne que he comido en Madrid en mucho tiempo. Asada en un carbón muy aromático que impregna la carne, se ha marinado muy lentamente, dándole un grado de ternura perfecto y varios sabores añadidos que la realzan sin esconderla. 

 Me he saltado otra gran receta mucho más tradicional que las anteriores y que recuerda comidas caseras y de gala en tierras catalanas, los canelones de pintada, sabrosos de salsas contundentes y crujientes de frutos secos. Sencillamente perfectos. 

   La tabla de quesos presenta cuatro variedades muy correctas (Idiázabal, manchego, Gamoneo y el queso que jamás entendí, por su inmisericoirde y cruel sabor, el Cabrales). Sólo eché en falta el tostado del pan y que fuera diferente del que sirven con los demás platos. 

 El brioche tostado es una excelente torrija, jugosa, dorada y llena de aromas a canela y naranja que se acompaña de un contundente helado, que dicen de almendra y a mí me sabe a turrón, además de unos sutiles toques de crema de manzana. 

 Estos son los lugares que necesitamos, sencillos pero elegantes, asequibles e inquietos, en los que el servicio es tan amable como profesional y eficiente y los productos excelentes; en los que la cocina tradicional se adorna con la de muchos lugares y donde el conocimiento de la vanguardia sirve para modernizar una excelente cocina de siempre.

P. S. he vuelto más veces. No dejen de ir porque ahora también descubrirán chispeantes tiraditos, boscosas setas de otoño o intensos platos de caza como el ciervo. Todo un hallazgo!

   
   

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2 comentarios en “Más bistrós y menos tascas III

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