Conocí a Rosita Blake hace ya muchos años y siempre fue la anfitriona mas dedicada que he conocido. Su meticulosidad le hacía no abandonar la cocina hasta el final de la cena y los invitados solo podíamos disfrutar de su presencia después del postre. Su amor a la cocina y a lo bien hecho le llevaban a esos extremos. A ella debo el mejor thanksgiving de la historia, con un enorme pavo relleno y multitud de guarniciones que no ha superado ninguna casa o restaurante.
Así que era cuestión de tiempo que abriera un restaurante y así lo hizo con El Social, hace menos de dos años, poco más de uno si tomamos en cuenta los cierres Covid. El modesto y alegre restaurante parece el office de una casa o ese bistro del barrio al que siempre apetece ir.
La cocina es muy sabrosa y la carta un muestrario del cosmopolitismo y cultura de esta norteamericano/argentina/española/ jerezana. Platos hispanoamericanos mezclados con los más típicos de Norteamérica, pasando por España y algo por Oriente.
En todo hay mucha sensibilidad y cultura gastronómica y viajera: con un rico pan nos da una buena tapenade como aperitivo. El agua es filtrada y los manteles de papel reciclable. Muy bonitos por cierto. Para empezar nos hemos decantado por un fresquísimo y muy punzante aguachile de zamburiñas y camarones. Lo hace muy picante y cítrico, no apto para finolis. Incluso para mi, que me gusta lo fuerte, es muy ácido y picante pero ella es irreductible y lo hace como cree que debe ser, no como el sensible paladar español lo requiere. El aguachile, al contrario que el ceviche, lleva ha generosa ración de aguacate, lo que me encanta, y nada de maíz. También abundante cilantro, cosa también estupenda.

La siguiente entrada es infalible por su mezcla de ingredientes: tosta de espárragos blancos y verdes, jamón y budín de parmesano. Los espárragos, en plena temporada, se hacen a la plancha, lo que mantiene su sabor y además les confiere un toque crujiente. Mezclarlos con un buen jamón, como es el caso, es un clásico que no falla y la cremosidad y gran sabor del pudín los acompaña muy bien. Podría ser una comida ligera completa.

Atreverse con el casi plato nacional del Perú tiene mérito y más porque el ají de gallina está realmente bueno, gracias a su salsa densa y a su sabor intenso, picante y delicioso. Nunca acabo de ver las aceitunas negras en la receta, pero tampoco molestan mucho y están en todas las preparaciones clásicas del guiso. Se acompaña de un original arroz glutinoso de coco que transporta a otras cocinas. Pero nada que extrañar, los peruanos inventaron la Nikkei (mezcla con la japonesa) y la chifa (con la china).

Desde que la vi en la carta se me antojó la entraña y ha sido una buena elección porque, servida con un con estupendo chimichurri, está perfecta de calidad y punto. De sabor potente y muy jugosa también. Y le sientan muy bien unas ricas patatas fritas caseras. La verdad es que basta ver las fotos para saber lo que es bueno…


En los postres un fuerte contraste porque albergan lo mejor (casi) y sin duda, sin ser malo, lo peor: lo estupendo es una deliciosa y muy potente tartaleta de chocolate 70%, cremosa y densa, con un espléndido merengue flambeado. También esconde un poco de caramelo y el conjunto, no demasiado dulce gracias al chocolate amargo, es espléndido.

Lo que no nos gustó tanto fue una, para mi, muy seca tarta de zanahoria con crema de queso. La preparación es la clásica pero en su versión de una capa y el único “aliño” de esa densa crema de queso ayuda poco a combatir la propensión a la sequedad de esta tarta, nunca demasiado jugosa.

Precios amables y mimo en todo, El Social, va a encantar a los amantes de lo ecológico y lo natural (no hay plásticos, todo se recicla, el agua es filtrada y hay mucho producto de km. 0 y pequeños productores). También a los que quieren el tipismo gay de Chueca y, en suma, a cuantos nos gusta comer bien.
Por cierto, ¡¡¡gracias por la invitación!!!!
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